3 feb 2014

Construyendo un mejor maestro

Cristina Mesquita. Primer premio fotografía 2008
Hace algún tiempo que andamos preocupados por los resultados académicos de nuestros chicos. La entrada en vigor de la nueva ley de educación, LOMCE, en lugar de tranquilizarnos no ha hecho sino que preocuparnos aún mas, si cabe. Las apariencias nos muestran un panorama que sin querer dramatizar, resulta aterrador. Hay mucho esfuerzo y mucho tiempo invertido de alumnos, padres y educadores para luego obtener unos resultados bastante mediocres (hablo lógicamente de medias), no solo esfuerzo personal sino también económico. No son pocos los padres que facilitan clases particulares a sus hijos en un intento de mejorar unos resultados no satisfactorios. Ante este panorama surgen muchas preguntas, la mas urgente es si esta situación es mejorable y de que manera. La dirección es conocedora de nuestra inquietud pero como soy fundamentalmente proactivo y positivo, me puse a pensar que quizás existan técnicas que faciliten el aprendizaje. Ya estamos en la segunda década del siglo XXI y no parece que hayan cambiado mucho nuestras aulas o ... ¿Sí?.

El cono de aprendizaje de Edgar Dale

No hacía mucho había estado leyendo acerca de técnicas para favorecer el aprendizaje y recordaba que había visto en alguna publicación una "pirámide del aprendizaje". Rebuscando entre mis notas lo encontré, la pirámide de aprendizaje de Edgar Dale. Parecía interesante, si esto era cierto tal vez había formas para facilitar el aprendizaje. "Methods for Analyzing the Content of Motion Pictures" publicado en 1932, propone una lista de conceptos. En 1946 publica el "Cone of Experience" cuya tercera y última edición incluye este cono que en ningún caso lleva asociados números o porcentaje alguno.
Falso cono de Edgar Dale
Así pues, me puse a investigar que había de cierto en todo esto. Nada mas comenzar me lleve un gran chasco. A pesar de que esta infografía es muy popular y se le atribuye a Edgar Dale lo cierto es que nada mas lejos de la verdad.

Para el que quiera profundizar como llegaron los porcentajes a la primera ilustración, les propongo lean el artículo de Will Thalheimer, People remember 10%, 20%...Oh Really?
Como él dice en su artículo:
Actualmente, muchas personas asocian los porcentajes falsos con el "Cono de la Experiencia" de Dale, desarrollado en 1946 por Edgar Dale. Esto proporciono un modelo intuitivo de la concreción de diversos medios de comunicación audiovisuales. Dale no incluyo ningún número en su modelo y no se empleó investigación alguna para generarlo. De hecho, Dale advirtió a sus lectores que no tomaran el modelo al pie de la letra. (traducción libre)
Traducción del verdadero cono de Dale
La conclusión o moraleja de esta historia es que a veces damos por sentado cosas por el simple hecho de que han sido citadas por personalidades o instituciones de gran reputación, pero, ¿citan estas sus fuentes? Debemos mantener siempre un espíritu crítico al respecto, sobre todo cuando no se citen fuentes que acrediten como y porque se llegó a esos resultados.

Una historia reciente

Pero leer a Will Thalheimer me llevó a plantearme un enfoque diferente. La gente como él, investigadores, profesores, educadores, llevan toda una vida dedicada a entender los procesos de aprendizaje y como mejorarlos. Por otro lado parecía que en Estados Unidos hacía tiempo que como nosotros estaban preocupados por los resultados académicos. No tarde en encontrar un artículo revelador de Elizabeth Green, en la revista de The New York Times, "Building a Better Teacher". En él, Elizabeth Green, escribe de las experiencias de un gran número de investigadores, profesores y educadores, pero se centra en Doug Lemov y sus investigaciones que luego dieron lugar a su libro "Teach Like a Champion" muy popular entre la comunidad educativa en E.E.U.U. El artículo fue publicado el 2 de marzo de 2010. Elizabeth Green cuenta como cinco años atrás Doug Lemov se encontraba en una encrucijada, tras una exitosa carrera como profesor y director de escuela, estaba trabajando como consultor para escuelas con problemas, un gran número al parecer, inmersos en la aplicación de la ley NCLB. No era una cuestión económica, el presidente Bush había dotado a la ley de un billón de dolares y esta estaba generando una ingente cantidad de datos gracias a toda una serie de pruebas estandarizadas y procedimientos de seguimiento.
Notas de Prensa. White House photo by Paul Morse. 08/01/2002
Allí no aprueban una ley y esperan que por si sola funcione. La ley "Que ningún niño se quede atrás" aquí se interpreto de otra forma. Tal vez, de aquellos polvos nos vienen estos lodos.
Pero sigamos con Doug Lemov y sus preocupaciones que será mas productivo. Aquel invierno, mientras se dirigía de una escuela a otra, tenía la sensación de que había algo que se le escapaba. Había realizado una visita especialmente deprimente a una escuela de Siracusa. En ocasiones a Lemov le basta con cruzar la puerta del aula para saber cual era el problema, pero este no era el caso. Los resultados académicos habían caído tan bajo que los administradores estaban preocupados porque el estado pudiera cerrar la escuela. Pero los profesores parecían preocuparse por sus alumnos. Se sentaban en el suelo con ellos mientras recogían y leían las actividades que les habían encargado. Las clases eran pequeñas. La escuela funcionaba bajo rigurosos estándares académicos, currículos de última generación y se empleaba un software para analizar los resultados de cada estudiante, determinando sus fortalezas y debilidades sobre las que debían trabajar.
Pero cuando llego el momento de la docencia real, la tarea diaria de lograr que los estudiantes aprendieran, la escuela fracaso.
Los estudiantes desobedecían las indicaciones de los profesores, las discusiones en clase se apartaron de los planes de estudio. En una clase, Lemov observo que un profesor se paso varios minutos discutiendo con un alumno acerca de por qué no tenía un lápiz. En otra, se dividió la clase en dos grupos para que practicaran juntos la multiplicación, al poco observó que en su lugar estaban realizando la tarea mas interesante de charlar y solo un estudiante seguía en solitario con los ejercicios. Mientras Lemov volvía a casa desde Siracusa, reflexionó sobre su papel en todo esto. Sabía cómo aconsejar a las escuelas a adoptar un mejor plan de estudios o elevar los estándares o desarrollar mejores canales de comunicación entre los maestros y directores. Pero se dio cuenta de que no tenía ni idea de cómo aconsejar a las escuelas acerca de su rol principal: cómo enseñar.

La búsqueda de la excelencia

La ley NCLB, había generado un mar de datos por todo el país y estos se emplearon para buscar correlaciones entre todos los posibles factores de control. Tras realizar todo tipo de análisis, encontraron que todos ellos producían cambios muy pequeños en los resultados salvo uno. El profesor asignado a una clase o alumno era determinante en los resultados. Los profesores que trabajaban en el mismo edificio, para igual grado, producían resultados muy diferentes. Entonces se puso énfasis en mejorar la dedicación de maestros, profesores y educadores por medio de incentivos económicos. También se oyeron voces que pedían una renovación del cuerpo docente. Lemov, defensor de las fuerzas del mercado creía que los incentivos por si solos no iban a ser suficientes. Entonces, ¿Que es lo hace a un profesor ser mejor que otros?
Lemov, en su búsqueda de los ingredientes mágicos que convertía a algunos en mejores maestros, se encontró con algo inesperado: lo que intuitivamente parecía una aptitud innata con frecuencia no era sino la aplicación de una técnica deliberada.
Pero Lemov no fue el primer educador en llegar a la conclusión de que los profesores necesitan una mejor capacitación, tal vez si fuera uno de los primeros que sistemáticamente se ha empleado a fondo en observar y anotar cuales eran las diferencias que distinguían a unos de otros y en elaborar técnicas que pudieran ser aprendidas y reproducidas para obtener resultados similares.
El argumento central de Lemov es la creencia de que los estudiantes no pueden aprender a menos que el maestro logre captar su atención y conseguir que sigan sus instrucciones. Lo que se denomina la "gestión del aula", levantará muchas voces discordantes. Muchos entenderán que una clase enfocada en las reglas y el orden solo replicará las estructuras de poder, pero viendo el material recopilado por Lemov no cabe duda que la "gestión del aula" es fundamental.

Profesionalmente nos preocupamos mucho que nuestras presentaciones sean claras, que lleguemos a nuestra audiencia y consigamos ḿaxima atención. Queremos que nuestros clientes, compañeros o a quien vaya destinado nuestro mensaje, al final de nuestra charla (presentación, conferencia o como queramos llamarlo) tenga interiorizado un mensaje, nos recuerde o incluso que llegue a amar nuestro producto. Pero, ¿es esto muy diferente? en el fondo a manejar una clase. Obviamente, los clientes de un profesor (sus alumnos) son mentes aún en formación que necesitan de una mayor disciplina porque su actitud y aptitud se esta formando. Pero el maestro tiene una ventaja, el volverá a ver a su público la próxima clase, día tras día. A los padres se nos recomienda que a nuestros pequeños les demos instrucciones claras, que mantengamos unas normas, incluso que para captar su atención les cojamos con mimo por la barbilla y con una actitud suave y calmada les repitamos, mirándoles a los ojos, aquello que queremos que entiendan. No digo que sea necesario actuar así con chicos de 12, 13, 14 o mas. Las técnicas deberán ser adaptadas pero resulta revelador como un profesor con gestos simples dirige una clase cual guardia de trafico, indicando que un alumno preste atención a la pizarra, se ponga recto en su silla, o se centre en el problema que debe resolver. Una técnica que se emplea en presentaciones y conferencias para mantener la atención del público es lanzar una pregunta, hacer una pausa para que tu audiencia tenga tiempo de reflexionar acerca de lo que acabas de decir, por un lado, y por otro para despertar a aquellos que se están durmiendo o que estaban pensando en el trabajo que dejaron encima de la mesa y que nadie se lo va a hacer por ellos. Pues bien, algo similar aconseja Lemov en una de sus 49 técnicas. El profesor hace una pregunta a la clase, espera unos segundos, nadie debe levantar la mano, si alguien lo hace con un suave gesto se le pide que baje la mano. Toda la clase esta centrada pensando cual puede ser la respuesta pues no saben si va a ser preguntado y tiene que tener algo preparado por si es el elegido, seguramente cruzan sus dedos para que no sea su nombre es que se escuche.

No se si esta será la solución a los bajos rendimientos en nuestras aulas pero esta claro que un profesor necesita de todas las herramientas a su alcance para conseguir su misión que no es nada fácil, que sus alumnos aprendan. Y para esto no solo es necesario dominar la materia que se quiere enseñar. Hay algo mucho mas sutil en el proceso de comunicación entre maestro y alumno. No hay duda que nuestros profesores necesitan de toda la ayuda posible y que en eso todos estamos implicados, los primeros, los padres.

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