Meditación
Semana Santa
2ª estación: La última cena, el huerto de los
olivos
“Durante la cena, Jesús tomó
pan, pronunció la bendición, lo partió, se lo dio y dijo:
-Tomad, esto es mi cuerpo.
Tomó luego una copa,
pronunció la acción de gracias, se la dio y bebieron todos de ella. Y les dijo:
-Esta en mi sangre, la sangre
de la alianza que se derrama por vosotros. Os aseguro que ya no beberé más del
fruto de la vid, hasta el día en que lo beba nuevo en el reino de Dios.”
Canto: “Como el Padre me amó”
COMO
EL PADRE ME AMÓ,
YO
OS HE AMADO
PERMANECED
EN MI AMOR,
PERMANECED EN MI AMOR.
Si
guardáis mis palabras
y
como hermanos os amáis
compartiréis
con alegría
el
don de la fraternidad.
Si
os ponéis en camino
sirviendo
siempre la verdad
fruto
daréis en abundancia,
mi amor se manifestará.
No
veréis amor tan grande
como
aquel que os mostré
Yo
doy la vida por vosotros,
¡amad
como Yo os amé!
Si
hacéis lo que os mando
y
os queréis de corazón
compartiréis
mi pleno gozo
de amar como Él me amó.
“Entonces, fue Jesús con sus discípulos a un
huerto llamado Getsemaní. Llevo consigo a Pedro y a los hijos de Zebedeo,
comenzó a sentir tristeza y angustia. Después, avanzando un poco más, cayó
rostro en tierra y estuvo orando así:
-Padre mío, si es posible,
que pase de mi esta copa de amargura; pero no sea como yo quiero, sino como
quieres tú.
Volvió donde estaban los discípulos
y los encontró dormidos.”
Canto:
“En mi debilidad”
En
mi debilidad me haces fuerte,
en
mi debilidad me haces fuerte,
solo
en tu amor me haces fuerte,
solo
en tu vida me haces fuerte,
en mi debilidad te haces fuerte en mí.
Estamos ante los momentos más
angustiosos de la vida de Jesús. La muerte acecha de cerca. Los discípulos no
son capaces de acompañarlo en los peores momentos de su vida. Jesús suda
sangre. La angustia lo envuelve y se siente abandonado, sin fuerzas para
enfrentarse al inminente desenlace.
Cierra los ojos por un
momento. Imagínate a Jesús orando en el monte de los olivos, sentado sobre una
piedra, cabizbajo con las manos tapándose la cara. Acércate a él, pon tu mano
en su hombro, abrázalo, consuélalo. Dile que le acompañas, que estás a su lado.
Que no está solo. Rezad juntos en estos duros momentos. Tu presencia le calma.
Te lo agradecerá.
Canto:
“Aún te quedan amigos”
Aún te quedan amigos,
tú tienes amigos
que escuchan tu voz (bis).
Como Abraham, como Isaac,
como Jacob José o Moisés.
Todos creyeron, todos
creyeron también(bis).
Fueron grandes amigos, que
sellaron contigo pactos de amistad, pactos de bondad.
Ellos fueron tu pueblo, como fue Santa
Juana, Juana de Lestonnac
(bis).
Aún
te quedan amigos (cuatro veces)
Patricia Córdoba
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