YO ME QUEDO EN CASA, SEÑOR.
“¡Yo me quedo en casa, Señor!
Y caigo en la cuenta de que, también esto, me lo enseñaste Tú
viviendo, obediente al Padre, durante treinta años en la casa de Nazaret
esperando la gran misión.
Qué curiosa paradoja la situación que vivimos:
Ayudar no dándonos la mano.
Servir a los demás encerrándonos en casa.
Querernos sin besos ni abrazos.
Cuidarnos sin visitar al enfermo.
Expresar nuestra fe sin celebraciones comunitarias.
Relacionarnos desde la lejanía...
Colaboración entre naciones cerrando fronteras...”
Perico Pérez Pastor
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